Por Tito Flores Cáceres (*)
La NASA acaba de anunciar con bombos y platillos, que existe agua líquida en Marte, y gracias a ella, probablemente vida microbiana en el planeta rojo.
Así que el novelista Ray Bradbury, con sus crónicas marcianas, y la tropical orquesta musical, que hace una porrada de años anunciaba la llegada de los marcianos bailando cha-cha-cha, no estaban tan equivocados. Más aún, a estas alturas, los podríamos considerar una especie de agoreros que se adelantaron a su tiempo.
Así las cosas, pensar en una posible colonización de nuestro vecino planeta no es algo descabellado. Falta algo de evolución tecnológica y encontrar a las personas suficientemente audaces, como para convertirlos en los primeros exploradores planetarios.
En una de esas, Obama termina prometiendo, como lo hiciera en su época John F. Kennedy, que antes de que termine la década, los Estados Unidos pondrán a un astronauta en Marte. Y claro, lo que podríamos esperar es que Rusia, China, y lo que queda de la Unión Europea, harán lo propio para no quedarse atrás, y tomar parte de esta especie de neo-carrera espacial. Qué le vamos a hacer, lo selenita ha quedado out. Hoy lo que se lleva es lo marciano.
Pero falta dilucidar de quién será el agua. La podremos acaso, considerar una especie de «bien público cósmico» y asignarle el mismo status que en este planeta se le ha intentado dar a la Antártida, o se optará, por el contrario, por romper desde el comienzo con el clásico monopolio estatal de la explotación acuifera. Ya puedo imaginar en este último sentido, al Cato Institute, la Meca del pensamiento ultraconservador y neoliberal, elaborando sesudos papers junto a su acostumbrada propaganda barata, para intentar darle un falso rigor científico a la idea de que no solo el agua, sino que el planeta rojo completo debe ser privatizado.
Parece una ironía, pero créanme que no lo es tanto. Cuando las señales apocalípticas generadas por el propio descuido e irresponsabilidad del ser humano suman y siguen en el planeta tierra, la idea de emigrar a otros mundos, como ocurre en el film de animación Wall-E, cobra fuerza y vigor.
Pero no vaya a creer usted que tal búsqueda de nuevas opciones de preservar la vida humana, será filantrópica o altruista. Basta ver lo que ha sucedido con la reciente crisis humanitaria de los inmigrantes en Europa, para llegar a la conclusión de que sería algo brutalmente darwinista, en la que solo los más fuertes prevalecerán. Y como esta lucha despiadada que se parece demasiado al capitalismo extremo, implica intereses que se ponen en juego, no faltará quien en serio llegue a pensar que se pueden aplicar derechos de propiedad y de explotación en el mundo marciano.
Porque una cosa es cambiarse de planeta, pero algo muy diferente es evolucionar emocional y mentalmente, dejando atrás al primitivo homo economicus, ese que de tanto pensar en disminuir sus costos y maximizar sus beneficios personales, termina egoista, aislado y convertido en un imbécil social.
(*) Tito Flores Cáceres es Doctor en Gobierno y Administración Pública y Académico Universitario. En twitter: @rincondeflores
Estimado Tito!!!!! no sabia de esta pegina, saludos y ojala te acurdes de mi