Por Tito Flores Cáceres.
En twitter: @rincondeflores
Es curioso cómo en los últimos tres meses, la agenda del gobierno de la presidenta Bachelet ha sufrido cambios tan drásticos, casi «volteretas» en jerga vulgar.
Y es que al anuncio de la doctrina del “realismo sin renuncia”, es decir, de una opción franca por el incrementalismo, se han sumado por una parte, la modificación al espíritu de los anuncios iniciales en materia de reformas y por otra, el énfasis en otros asuntos públicos, no previstos inicialmente, pero que por su carácter parecen no responder una sana y democrática flexibilización, sino que al ejercicio del poder y a la influencia que han ganado los sectores más conservadores del país, tanto dentro de la Nueva Mayoría, como fuera de ella.
Ejemplo claro de esto es lo anunciado ayer por la Mandataria, luego del «cónclave» de la coalición gobernante, en orden a que alumnos de las universidades privadas sí podrán optar por la gratuidad de sus estudios cumpliendo algunas condiciones, lo que viene a ser absolutamente contradictorio con lo planteado hace apenas dos meses por ella misma, en su discurso del 21 de mayo frente al Congreso Pleno, en el que fue tajante respecto a que la gratuidad solo apuntaría a las universidades del Consejo de Rectores.
Por si esto fuera poco, haciendo eco de lo que parece una campaña concertada para posicionar el tema de la inseguridad entre la opinión pública (cuando todas las estadísticas internacionales señalan que Chile es uno de los países más seguros de la región), el Ministro del Interior anuncia que, contrariamente a lo afirmado hasta ahora, el Gobierno de la presidenta Bachelet ha decidido apoyar a través de una indicación la iniciativa que autoriza el control de identidad preventivo por parte de las fuerzas policiales, en lo que para muchos críticos a la medida, viene a ser una re-edición de la polémica detención por sospecha, que significó durante largos años, la estigmatización de los sectores más pobres de la ciudadanía, especialmente de los más jóvenes.
Como ven, al parecer ante la renuncia de las prometidas medidas pro igualdad, sembrar el miedo y reponer el control de identidad, son medidas eficaces para asegurar algo de gobernabilidad. Una verdadera pena.
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