Publicada originalmente en The Clinic/Por Tito Flores Cáceres
El escándalo del financiamiento irregular y probablemente ilegal por parte del grupo económico Penta, a las campañas electorales de una serie de políticos, especialmente de la UDI, viene no sólo a agudizar la desafección de la ciudadanía por la actividad, sino sobre todo, a evidenciar una vez más, el grotesco maridaje entre negocios y política, que en Chile se ha naturalizado hasta el punto de volverse transparente.
El nacimiento del grupo Financiero Penta y el rápido enriquecimiento de sus dueños, debe buscarse en la larga noche dictatorial y en lo que Maria Olivia Monckeberg ha denominado como el saqueo de los grupos económicos al Estado Chileno, a través de privatizaciones, poco transparentes por decir lo menos, llevadas a cabo durante los ochentas.
Este origen espurio explica en buena medida los ribetes grotescos de este escándalo, que la opinión pública ha ido conociendo a través de los medios. Flamantes Senadores hoy en ejercicio, expuestos al borde de la humillación, para obtener las prebendas empresariales. Y es que alguien que eufemísticamente pide un “cupón de bencina” o el “raspado de la olla” para referirse al financiamiento de su campaña, no solo se denigra a si mismo, sino también denigra a sus electores y al sistema democrático en su conjunto…[Continuar leyendo en The Clinic]
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