Las 500 Lucas de la discordia

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La polémica instalada por la moción de excluir a altas autoridades del reajuste fiscal, generó un intenso debate esta semana entre la ciudadanía.

La indicación apoyada por 34 congresistas de la “Nueva Mayoría” terminó siendo declarada inadmisible y por tanto el reajuste del 6% en su totalidad, se aplicará a la Presidenta, a los ministros, subsecretarios y por cierto a los parlamentarios, lo que implicará un aumento en sus sueldos en torno a los 500 mil pesos.

En un país en el que el ingreso mínimo es de $241.000; en el que el sueldo promedio de los trabajadores/as bordea los $400.000 mensuales; y en el que para muchas familias de los quintiles más bajos, llegar a fin de mes es una verdadera odisea, el aumento de “500 lucas” en los sueldos de las altas autoridades, termina siendo un fuerte agravio comparativo para su situación social y económica, sobre todo porque se trata apenas de un ajuste al margen en el total de los ingresos de aquellos personeros.

No pretendemos poner en entredicho la legalidad del reajuste para los altos ingresos fiscales, pues se ajusta plenamente a derecho. Tampoco pronunciarnos respecto a si la moción parlamentaria tuvo o no tintes demagógicos, como acusaron algunos.

En lo que queremos poner el acento, es en que los ribetes «escandalosos» con que fue percibido el reajuste, se explican a nuestro modo de ver, en las brechas de desigualdad social presentes en Chile y en la desafección sentida por los ciudadanos respecto a la política y los políticos, que es recogida periódicamente por encuestas de diferente cuño.

Así que ¿qué son 500 lucas? Ni más ni menos que un motivo perfecto para generar un intenso murmullo de voces agrias desde los suburbios, casi en sordina, de aquellos mismos que padecen las largas caminatas por las fallas del metro o esperan con paciencia de santo, día a día en la fila del bus del transantiago o para una consulta de especialista en el sistema público de salud. Porque para ellos esa «ley de hierro de la oligarquía de las democracias», de la que habla Michels, que viene a decir que las élites partidistas se reproducen en una lógica casi de castas, les hace sentir la exclusión y a afirmar todavía con mas fuerza, que a ellos la política y las elecciones les dan lo mismo, porque tendrán que trabajar igual, salga quien salga, «porque a nosotros caballero, nadie nos regala nada».

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