Parece una frase propia de un breviario político socialista del siglo XIX, pero no. Muy por el contrario, fue el propio Papa Francisco quien señaló esa dura frase, en medio de un acto en una de las zonas italianas más golpeadas por la crisis económica europea.
Como recoge el diario El País en su edición de hoy, Bergoglio señaló que «no tener trabajo no es solo no tener lo necesario para vivir, no. Nosotros podemos comer todos los días: vamos a Cáritas, vamos a una asociación, a un club, a dónde sea, y nos dan de comer. Pero ese no es el problema. El problema grave es no poder llevar el pan a casa. ¡No llevar el pan a casa nos roba la dignidad! Tenemos que defender nuestra dignidad”.
Y siguiendo con su cuestionamiento permanente a las lógicas endiosadoras del mercado, efectuó un llamado a no sacrificar la vida personal y la vida familiar a pesar de la crisis: “Cuando me pongo a confesar, cuando vienen un padre o una madre jóvenes, les pregunto: ¿cuántos niños tienes? Y después les hago siempre otra pregunta: dime, ¿tú juegas con tus hijos? La mayoría me responde: ¿cómo dice, padre? Sí, sí, ¿tú juegas con tus hijos, pierdes el tiempo con ellos? Porque estamos perdiendo esta capacidad, esta sabiduría de jugar con nuestros hijos. La situación económica nos obliga también a esto. Por favor, perder el tiempo con vuestros hijos”.
Finalmente en relación a este mismo tema reflexionó sobre los regímenes horarios que no respetan el descanso semanal, especialmente el día domingo, pero lo planteó no por razones religiosas sino por la necesidad de entender el mundo de un modo más amplio que el mero lucro: “No se trata de una cuestión que interese solo a los creyentes, sino a todos, como elección ética. La pregunta es: ¿a qué queremos darle prioridad? El domingo libre de trabajo –salvo para los servicios esenciales—viene a reafirmar que la prioridad no es lo económico, sino lo humano, lo gratuito, las relaciones no comerciales sino familiares, de amistad, para los creyentes la relación con Dios. Tal vez es el momento de preguntarnos si esto de trabajar el domingo es una verdadera libertad”, señaló el pontífice.
¿Toda una revolución, no?
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